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domingo, 25 de marzo de 2012

Adiós a Sewell y Rancagua, vuelta a cruzar los Andes, Chile

Adiós a Sewell, allá tras el humo de las fundiciones late la mina de cobre subterránea más grande del mundo y aún más allá, la ciudad de las escaleras guardará mis pisadas que se confunden con las otras millones que han quedadas registradas en la memoria de ese cauce con peldaños, aún queda conocer Coya, ciudad entre El Teniente y Rancagua, sobre la Carretera del Cobre, ciudad dividida en dos, de un lado del río la criolla, la huasa, del otro la americana, la de los técnicos, ingenieros, la de los chalets, la del bowling, la que rara vez se mixturaba con la de enfrente. Hoy conserva las construcciones, pero desde la nacionalización allá por el '73 el no it suena a no pó, y las cincuenta estrellas, se convirtieron en una y bien grande.
Atrás quedaron las ciudades del cobre y Rancagua con sus bellas pintadas, por delante la Ruta 5 Sur hasta el centro de Santiago, el prolijo  Metro línea 1 hasta el rodoviario, la espera hasta las 22, y el cruce nocturno de la cordillera con las infaltables, tediosas e inútiles horas de aduana, esta vez con nada de frío y muchas estrellas.
Mañana comienza el último movimiento de esta sinfonía de cuatro, San Rafael en Mendoza me espera con aventuras y buen vino asegurado.

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