Uno transitó varias veces este camino, la vieja RN7, la nueva, y nunca remitió sobre algunos sitios, en especial los referidos al trazado ferroviario que acompaña a la traza vial, en este viaje traté de prestar atención al camino, sin interrupciones familiares, ni de guías turísticos que organizan bingos de fantasía en medio de escenas de Potrerillos, Polvaredas, Puente del Inca, o el mismísimo Aconcagua, una mera atención al recorrido produjo escenas negadas en viajes anteriores con la promesa de volver a completar un barrido exhaustivo de una de las rutas más espectaculares del Sur de América.
Aquí desfilan Potrerillos y su nuevo embalse, puentes de hierro que deslumbran prodigios tecnológicos, Puente del Inca que deslumbra prodigios naturales, el Aconcagua, techo de toda la Patria Grande, y Las Cuevas, o lo que se salvó del incendio que mancilló el nombre de una hermosa localidad fronteriza que aún hoy muestra el dolor de la ignominia y el desdén. Vivan la ruta, vivan los alrededores, su historia, su epopeya ferroviaria, la gesta Sanmartiniana, las piedras gigantes, los túneles eternos, que el apuro por llegar, los guías aburridos y el devora-kilómetros no les tapen el bosque de un recorrido fascinante.
Aquí desfilan Potrerillos y su nuevo embalse, puentes de hierro que deslumbran prodigios tecnológicos, Puente del Inca que deslumbra prodigios naturales, el Aconcagua, techo de toda la Patria Grande, y Las Cuevas, o lo que se salvó del incendio que mancilló el nombre de una hermosa localidad fronteriza que aún hoy muestra el dolor de la ignominia y el desdén. Vivan la ruta, vivan los alrededores, su historia, su epopeya ferroviaria, la gesta Sanmartiniana, las piedras gigantes, los túneles eternos, que el apuro por llegar, los guías aburridos y el devora-kilómetros no les tapen el bosque de un recorrido fascinante.
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